«Puesto que él mismo sufrió la tentación, es poderoso para ayudar a los que son tentados» (Hebreos 2:18, RVC). ¿Te has imaginado alguna vez cómo sería tu vida si no tuvieras tentaciones? Imagínate vivir sin tener pensamientos indebidos, deseos incorrectos, sentimientos negativos e intenciones malignas. ¡Así da gusto vivir! Pero volvamos a la realidad: somos tentados constantemente, tanto por Satanás como por nosotros mismos, es decir, por nuestras propias concupiscencias (ver Santiago 1:14). Siempre he pensado que lo más difícil de la vida cristiana no es creer en Cristo sino luchar conmigo mismo, con mi inclinación natural al mal, con la constante posibilidad de fallarle a mi Dios. Por eso también creo que lo que este versículo me dice es crucial para la experiencia cristiana: «Dios es poderoso para ayudar a los que son tentados». Ese es el Dios que necesitamos, uno que no solo nos quiera mucho, nos dé buenos consejos y nos ofrezca un futuro glorioso, sino que también nos entienda c
- Obtener enlace
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones